¿Conocías a el oídium de la vid (Erysiphe necátor)?

Por: M. Sc. (c) Joao De Souza Pacheco

El oídium es la enfermedad más problemática de las vids en todo el mundo debido a su falta de dependencia de la lluvia para la propagación secundaria, el alto potencial reproductivo y la susceptibilidad general de Vitis vinífera. La característica más conspicua del oídium es su crecimiento superficial sobre la superficie de la epidermis de la planta, pudiendo llegara infectar todos los tejidos verdes de la vid. En las hojas, los síntomas varían según la fuente de inóculo, la edad del tejido en el momento de la infección y la edad de la colonia del oídium, siendo las colonias más viejas, las más profusamente esporulantes y conspicuas. La infección de la superficie inferior de la hoja a menudo produce manchas cloróticas en la superficie superior. Las hojas severamente afectadas generalmente envejecen, desarrollan manchas necróticas y caen prematuramente. Las bayas pueden infectarse directamente por conidios transportadas por el viento, o por la diseminación de una colonia que se origina en el raquis o pedicelo. Las infecciones previas a la floración del racimo (incluidas las de la inflorescencia naciente durante la formación de la yema la temporada anterior) o la infección de las bayas dentro de una semana después de su formación, dan como resultado la manifestación más grave de la enfermedad, y dichos tejidos pueden estar completamente cubiertos con colonias blanquecinas del oídium. Su causante, Erysiphe necator es un parásito obligado cuyas hifas hialinas (de 4 a 5 μm de diámetro) son superficiales sobre las células epidérmicas, con la excepción del haustorio globoso que son los órganos de alimentación del hongo, los cuales penetran en las paredes de las células epidérmicas. Las conidias son esparcidas por el viento sobre todo el viñedo y no requieren lluvias para la dispersión ni infección.

Las nuevas colonias del hongo que resultan de esta infección secundaria producen aún más conidias, las cuales continuarán la propagación de la enfermedad. Este ciclo repetitivo de infección, producción de esporas, dispersión de esporas y reinfección, puede continuar a través de la estación si existe tejido susceptible disponible, causando niveles de enfermedad, a un ritmo que está determinado principalmente por la temperatura.

El control de la oidiosis es principalmente químico. Sin embargo el control cultural es de vital importancia, ya que la poda y la cobertura de la vid debe proporcionar una buena ventilación y promover la exposición a la luz solar sin causar en lo posible quemaduras solares. Esto no solo crea un microclima alrededor de los racimos que es menos favorable al patógeno (al reducir la humedad y exponer a la radiación solar), sino que también facilita en gran medida su cobertura eficiente a los controladores. Además el control biológico también ha surgido como una excelente estrategia para disminuir la severidad del oídium en la vid. Un ejemplo es el trabajo de Sawant et al 2011, en donde controlaron el oídium en condiciones de campo utilizando Bacillus subtilis encontrando en los ensayos que realizaron durante cuatro temporadas sucesivas que esta bacteria tuvo un control efectivo en los viñedos aplicados, sobretodo a presión de de baja a moderada de la enfermedad. Esto siendo ayudado debido a que B. subtilis forma endosporas, que son estructuras de reposo dormidas con gran resistencia a factores ambientales externos, lo que le da más tiempo supervivencia en los viñedos (Zhang y Dou, 2002). Mismo resultado fue encontrado por Maachia et al 2015, en donde en condiciones de invernadero utilizando  diferentes cepas de B. subtilis, redujeron la incidencia del oidiumm hasta 50 y 60%, teniendo ambas cepas una producción significativa de quitina. Asimismo, Kanitkar et al 2020, encontraron bajo condiciones de campo que un producto comercial a base de B. subtilis produjo una reducción de la incidencia de oídium de 51 a 58%, asimismo dichos cultivos tuvieron un rendimiento 22% mayor. Finalmente, Sawat et al (2020) evaluaron aislamientos de Trichoderma en donde encontraron reducción de la severidad de oidiosis de hasta 55-60%.

Si desea conocer más sobre los ensayos realizados por nuestros desarrollistas con nuestras cepas de Bacillus subtilis (Bac 42 y Bac 117) en el control de diferentes fitopatógenos, los invitamos a que visiten nuestra página web así como nuestras distintas redes sociales.

REFERENCIAS

  • Austin, C. N., y Wilcox, W. F. 2012. Phytopathology 102:857-866
  • Carroll, J. E., y Wilcox, W. F. 2003. Phytopathology 93:1137-1144.
  • Gadoury, D. M., et al. 2012. Mol. Plant Pathol. 13:1-16.
  • Jarvis, W. R., et al. 2002. Epidemiology of powdery mildews in agricultural pathosystems. Pages 169-199. En: The Powdery Mildews: A Comprehensive Treatise. R. R. Bélanger, W. R. Bushnell, A. J. Dik, and T. L. W. Carver, eds. American Phytopathological Society, St. Paul, MN
  • Kanitkar, S., et al. 2020. International Journal for Research in Applied Sciences and Biotechnology (IJRASB), 7(5), 206-213.
  • Kast, W. K., y Bleyer, K. 2011. J. Plant Pathol. 93:S1.29-S1.32.
  • Maachia, B. S., et al. 2015. Indian Journal of Experimental Biology 53: 109-115.
  • Sawant, S. D., et al. 2011. J Biol Control, 25, 26-32.
  • Sawant, I. S., et al. 2020. Australasian Plant Pathology, 49(2), 107-117.
  • Wilcox, W. F., et al. 2017. PART I: Diseases Caused by Biotic Factors. Compendium of Grape Diseases, Disorders, and Pests, Second Edition, Second Printing, 17-146.
  • Zhang, J. y Dou, H. 2002. Proceedings of the Florida State Horticulture Society, 115: 60–64.